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sábado, 31 de enero de 2009

Capitulo 12 - Tenemos que hablar.

El tiempo pasa...nos vamos poniendo viejos…decía una canción. La verdad no ofende pero aprieta el zapato.

La cosa es que se me hace cuesta arriba conseguir una horita para sentarme a escribir. Pero lo logré. Mi familia está en el cine, y yo volví rauda y veloz de la peluquería (será tema completo para otra vez lo que implica entrar en ese agujero negro…el “viaje a lo desconocido” . No sabes cómo vas a salir, cuanto vas a tardar y por supuesto…CUANTO TE VA A COSTAR)

La cosa es que mucho se ha escrito y más aún hablado, valga la contradicción, de los silencios masculinos.
Son esos silencios o respuestas monosílabas, que alimentan al moustro que todas llevamos dentro (bien oculto siempre que se pueda) . Ese siniestro ser que se “apodera” de nosotras cuando intentamos, infructuosamente el 90 % de las veces, “crear un espacio para el debate y el intercambio de opiniones que enriquece a todo ser humano”. Dicho en criollo, el nunca bien ponderado “TENEMOS QUE HABLAR”. AY muy Dios! Esa frase!!! Es LA FRASE femenina por excelencia. Deberíamos hacer un esfuerzo conjunto para desterrarla de nuestro vocabulario.
Aunque creo que ahora comparte cartel con “Porque no hacemos terapia de pareja” (esta va ganado terreno, ojo al piojo)

Cada cual tiene su propia experiencia al respecto. La mía es mía. Construida durante todos estos años, enriquecida por las escuchadas, por las leídas, por las vistas en las películas y series, y por supuesto por las “imaginables”.
Ese “cuasi-vacio” de respuestas de más de una oración, es la que nos lleva a “imaginar” el diálogo que nunca fue. A dramatizarlo, a monologar como locas mientras viajamos, nos bañamos, hacemos trámites interminables, etc.

La mujeres tenemos, entre otro montón de cosas, la “habilidad” de pensar por el otro (OBVIO, de qué manera sino podríamos generar esas conversaciones imaginarias que no tienen desperdicio!
El problema es que a veces de tanto monologar, la cosa termina como el cuento del gato (el del hombre que precisa un gato para cambiar un neumático…bla bla). Y nuestro marido, novio, amante, como te guste llamarlo (o como te dejen) no termina de entender que “nos pasó así tan de repente”
Estoy convencida que hombres y mujeres nos hemos manejado así desde el principio de los tiempos. Que es parte del ADN masculino los silencios y monosílabos, y que nuestro mapa genético puede jartarse de tener todo el Diccionario de la Real Academia Española, la British Academy de no se que, la Wikipedia completa y un GPS que nos sirve tanto para atraer boludos, como para detectar liquidaciones en Palermo Soho.

Y si…hemos evolucionado desde el invento de la rueda, pero hay cosas que no cambiaron seguro, y que por cierto, parecen estar destinadas a permanecer así. Como si fuese necesario para equilibrar tanta evolución.
Ojo, hoy en día los hombres son capaces, y de hecho lo haces muy muy bien, de ocuparse de los hijos – PUNTO PARA LOS CHICOS!
Lo cual nos demuestra, que no es falta de capacidad, sino de voluntad. Es evidente que no les gusta conversar, o por lo menos de la manera que nos gusta a nosostras…taannnnnnnn pasional!!!

Y bueh…es lo que hay. Por algo tenemos amigas, y matamos (por eso es lo de pasional) por una cena o un café con ellas.
Sabia la naturaleza, e inteligente nosotras que todo lo aprovechamos.
Es así amigos, y en definitiva es una suerte que así sea, sino tendríamos muchos menos motivos para hincharles las pelotas!
GATAFLORISMO??????????? NOOOOOO…POR FAVOR!!

Y recuerden… que cualquier semejanza con la realidad (cruda y despiadada) es mera coincidencia.
Chaucha y palito

3 comentarios:

BETA dijo...

Ja. JA. Si. TOdo si.
=)

Gueibor dijo...

Ah, qué sería de nosotros si no las tuviéramos a ustedes para hincharnos las pelotas, eh?

Al menos yo, culo al norte y en la calle estaría...

Anónimo dijo...

Dale, amiga, necesito el capítulo 13!!! y un café de por medio!